¿El porcentaje de la población del mundo viviendo en pobreza extrema en los últimos 20 años se ha duplicado, se ha mantenido igual, o se ha reducido a la mitad?
Acabar con la pobreza sistémica que sufren todavía hoy ciudades y países alrededor de Latinoamérica y del mundo debe ser una de nuestras misiones prioritarias como economistas, y como humanos sensibles. Pero, para entender la dimensión real del reto, y las estrategias que funcionan (así como las que no funcionan) debemos entender las tendencias de las últimas décadas.
Si eres como la mayoría de personas, expuestos a malas noticias, a políticos repitiendo retórica pesimista, y sujetos a una condición de la naturaleza humana que nos hace recordar más las tragedias y malas noticias, entonces tu respuesta a la pregunta inicial es seguramente la misma que 95% de los más de 1,000 participantes encuestados por el experto Hans Rosling, quienes seleccionaron la opción que indicaba que la pobreza extrema se había duplicado en el mundo en los últimos 20 años.
La respuesta correcta: la pobreza extrema en el mundo se redujo a la mitad en tan solo ese periodo. El número absoluto de personas viviendo en pobreza extrema bajó más de 700 millones de personas de 1981 a 2008, incluso mientras la población del mundo incrementaba en un 48%. Segun los números recientes del Banco Mundial, la cantidad de personas viviendo con menos de $1.90 al dia bajó de 36% en 1990 a menos de 10% en 2015.
Si analizamos el mundo en un contexto histórico más amplio, vemos que la vida humana, por la mayor parte de la historia de la humanidad, había sido caracterizado por una pobreza extrema predominante, y condiciones de vida insufribles, para todos excepto la realeza y algunas familias privilegiadas. Más de 94% de todas las familias vivían con menos de $1.90 dólares desde el inicio de la humanidad hasta el año 1820. Eso es más de 200,000 años de historia de humanidad en condiciones precarias. Y de repente, con la revolución industrial, algo empezó a cambiar. Para 1900, la pobreza extrema global había bajado a 84%, para 1950, a 72%, para el 2000, a solo 26%, y asi llegamos al día de hoy, en el que aproximadamente 9% de la población global vive bajo la raya históricamente definida como el criterio de pobreza extrema.
Esto significa que 90% del mundo ya gana suficiente para no morirse de hambre, una realidad que amenazaba la vida diaria de más de 94% de las familias durante la historia de la humanidad es hoy una realidad solo para menos de 10% de las personas. Si seguimos esta tendencia, pudiéramos ver un final de la pobreza extrema en los próximos 15 años.
John Stuart Mills observaba desde 1828: “no la persona que tiene esperanza cuando otros advierten malos tiempos, sino la persona que advierte malos tiempos cuando otros tienen esperanza es la que se admira como un sabio. Y esto mismo estamos viendo hoy. Mientras vivimos en el mejor momento de la historia de la humanidad en todos los indicadores importantes de calidad de vida, los economistas, ambientalistas, y politólogos más celebrados son los alarmistas, aquellos que advierten fracaso, que inventan indicadores para demostrar los problemas del mundo, o que proyectan tragedias.
¿Entonces, a que se debe este gran avance de la humanidad, y como podemos acelerar el proceso para mejorar la vida de aquellos lugares que todavía estan en la minoría de ciudades y países sufriendo la pobreza extrema?
La respuesta correcta: más libertad económica, más innovación, más tecnología, más facilidades para que los pobres puedan emprender, más facilidades para que los ricos quieran invertir.
La respuesta incorrecta (pero la más popular hoy en día): más redistribución de riqueza, más regulaciones, más proteccionismo con barreras al comercio exterior, más impuestos para los ricos, más programas sociales de gobierno.
Pero esto lo platicaremos después.
Fuentes: Banco Mundial, World in Numbers, y HumanProgress.org